Últimamente se nota la tendencia de despreciar la profesión de taxista. Con la llegada de Uber, Cabify y otras apps conseguir el puesto del taxista se hizo superfácil. Para empezar a trabajar de conductor es suficiente tener el carnet de conducir, un año experiencia y el Certificado de antecedentes penales. Además, no hace falta prepararse y aprobar el examen del permiso municipal del taxi. De esta manera la ocupación poco a poco se convierte en el trabajo de inmigrantes, que no requiere habilidades especiales y lo puede hacer cualquier persona. Con más frecuencia podemos escuchar o leer los comentarios que desprestigian, minusvaloran la profesión y ofenden a los mismos taxistas. Pero yo siempre digo que lo importante no es lo que haces sino cómo lo haces.
Respecto a lo antedicho recuerdo una historia que he leído en una página web, que ahora ya no puedo nombrar exactamente la fuente original, pero me parece que es una de las historias que vagan por Internet. No obstante, con este breve relato pretendo mostraros el significado de un oficio que a primera vista parece ser poco importante. Voy a relatarlo en la primera persona, intentando reproducir el sentido y ánimo de la situación...
La imagen es de carácter ilustrativo de Gerd Altmann del sitio Pixabay |
He pensado que este taxista podía estar muy
cansado, irritado, podía tener prisa e ignorar los “caprichos” de esta mujer. Y
¿cuántas situaciones más pueden pasar desapercibidas: recogí a un hombre que
llegaba tarde en una reunión muy importante y a una chica vestida elegante cuando llovía,
llevé a los niños a la escuela cuando sus padres estaban trabajando y a un
joven a casa después de la velada . En nuestra vida nos concentramos en las
cosas grandes e impresionantes, minimizamos los momentos tranquilos y acciones
pequeñas, subestimamos nuestros oficios y nuestras vidas. Pero creo que todo
cuenta, cada persona, cada profesión, cada acción más pequeña.
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